Te odio tanto que me enferma y hasta me haces rimar.
Odio que tengas razón, odio cuando mientes.
Odio que me hagas reír, incluso más que me hagas llorar.
Odio no verte la cara y que no me hayas llamado.
Pero más odio no odiarte... ni un poquito, ni un ápice, ni nada.
